viernes, 4 de noviembre de 2011

Igualdad entre mujer y hombre

Parte lll

¿Qué significa hoy hablar de mujer y trabajo?


Nuestro intento por analizar la particular relación que existe entre las mujeres y el trabajo, nos coloca en una situación difícil, en especial cuando el punto de interés, se centra en uno de los condicionantes de esta relación que no siempre resulta evidente. Estamos hablando del particular conflicto que deben resolver las mujeres entre su desarrollo profesional y su desarrollo personal. Estamos hablando del conflicto generado por las particulares condiciones de ejercicio profesional que presenta un mercado de trabajo como el nuestro, signado paradójicamente, tanto por la presencia de personas que buscan empleo sin conseguirlo, como por aquellas que trabajan más de 10 hs. diarias.

Sin embargo, a pesar de estas condiciones, significativamente, uno de los grupos que parece tener un acceso creciente al mercado de trabajo son las mujeres, pero ¿qué queremos decir con esto? ¿Estamos hablando de una mejora en sus condiciones de vida?, ¿son éstos los indicadores del progreso evidente en la igualdad de acceso al mercado entre hombres y mujeres? Por lo visto no, porque el crecimiento de la tasa de actividad de las mujeres viene de la mano con su inserción predominante en el servicio doméstico. Es decir, un sector que en apariencias no exige más calificaciones que aquellas que las mujeres aprenden en su proceso de socialización y que si bien es una puerta de entrada al mercado es también un techo a su desarrollo.

Desconsiderar las posibilidades o no de desarrollo profesional que brinda el mercado de trabajo a las mujeres, deja de lado un factor importante en el momento de decidir entre la casa y el mercado. Esto último siempre y cuando haya decisión posible, ya que el ingreso de las mujeres parece estar determinado por el desempleo del jefe de hogar, su ausencia o la disminución del presupuesto familiar y no por la decisión de mejorar en términos de autonomía, mayores ingresos personales, etc.. Olvidar las condiciones de ingreso y permanencia al mercado puede llevarnos a un análisis reduccionista el cual considera que existe un automatismo entre ingreso al mercado y el aumento de la calidad de vida.

No podemos olvidar que en las situaciones antes mencionadas, el ingreso al mercado se hace impulsada por la necesidad y en condiciones de precariedad, bajo ingreso y desvalorización social. Esta característica que tiene el mercado de trabajo femenino aumenta los niveles de sufrimiento y conflicto producto del "abandono del hogar". Es este un conflicto que no siempre se resuelve bien, en general porque se oculta o porque, cuando aparece, es explicitado en términos de reproche entre aquellas mujeres que superaron los condicionantes de género hacia quienes aún no lo hicieron. Acaso no es común pensar "si yo lo logré ¿por qué ellas no?".

Volviendo al tema del conflicto, podemos decir que, cuando se analiza el mercado de trabajo desde ésta perspectiva, aparece en primer lugar el conflicto de intereses entre el capital y el trabajo, o entre trabajadores y patrones. Sobre este punto, que fue ampliamente tratado en la abundante bibliografía sobre el tema, no entraremos en precisión. En segundo lugar, podemos mencionar también el conflicto que se da entre los mismos empleadores, por ejemplo, a nivel de las grandes y pequeñas empresas. Sin embargo, a nosotras nos interesa analizar aquí el conflicto que existe entre los mismos trabajadores por el acceso al mercado de trabajo. En particular, cuando este conflicto se relaciona con el tema género. Creemos que en esta línea de reflexión encontraremos una vuelta más de tuerca al tema mujer y trabajo.



mujeres, género y trabajo

El mundo del trabajo ha vivido transformaciones profundas en todos los

sentidos a lo largo de este siglo. La fuerza de trabajo ha aumentado de

manera colosal como resultado de la multiplicación de la población del mundo

y de que se ha doblado la esperanza de vida; el contenido material del producto

nacional se ha reducido considerablemente, lo cual ha liberado a la gran mayoría

de los trabajadores, sobre todo a los hombres, del trabajo fí sico más duro y

peligroso; la propagación general de las instituciones democráticas ha dado la

palabra al pueblo, incluso en el lugar de trabajo, y una legión innumerable de

mujeres se ha incorporado al mercado laboral. Cabe citar, incluso, la doctrina

de la autodeterminación enunciada al final de la Primera Guerra Mundial (cuando

se fundó la propia OIT), pues, además de ejercer una influencia notable en el

nacimiento y el desarrollo de nuevos Estados nación, tal vez haya tenido efectos

semejantes en el mundo del trabajo.



La Igualdad de Género


El enfoque de la OIT en materia de igualdad entre los hombres y las mujeres


El objetivo fundamental de la OIT es promover las oportunidades para que tanto los hombres como las mujeres puedan acceder a un trabajo digno y productivo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana. Así pues, la OIT considera que dentro del concepto de trabajo decente para todas las personas la igualdad entre los sexos es un elemento clave para que los cambios sociales e institucionales generen igualdad y crecimiento. El enfoque principal o áreas temáticas de la OIT en cuanto a la igualdad de género coincide con los cuatro objetivos estratégicos de la organización, es decir, promover los principios y derechos fundamentales en el trabajo; crear más empleo y oportunidades de ingresos para los hombres y las mujeres; mejorar la cobertura y la eficacia de la protección social y fortalecer el diálogo social y el tripartismo.

 


Política de igualdad de género e incorporación de las consideraciones de género


En la Declaración de política de la OIT realizada por el Director General en 1999 sobre la igualdad entre los sexos y la incorporación de las consideraciones de género, se especifica que deberían adoptarse medidas que se refuercen entre sí a fin de promover la igualdad entre los sexos tanto en el ámbito del personal, como en la esencia y la estructura de la organización; asimismo, se indica que la ejecución de dicha política mediante la estrategia de inclusión de la perspectiva de género es responsabilidad de todo el personal de la OIT a todos los niveles, pero que la responsabilidad final recaerá sobre los miembros del personal directivo, los directores regionales y los responsables de los programas.

La OIT aborda la promoción de la igualdad de género desde una perspectiva doble. En primer lugar, con todas las políticas, programas y actividades se aspira a solucionar sistemática y formalmente los problemas específicos y a menudo distintos de hombres y mujeres, con inclusión de las necesidades prácticas y estratégicas de la mujer en relación con las cuestiones de género. En segundo lugar, las intervenciones dirigidas a grupos específicos (basadas en análisis que tienen en cuenta dichos problemas y necesidades) están encaminadas a lograr la participación tanto de los hombres como de las mujeres y a que ambos se beneficien por igual de las actividades de desarrollo

                                                                           















Derecho de la mujer

Parte ll



Igualdad entre mujeres y hombres



La igualdad entre hombres y mujeres es uno de los principios fundamentales del Derecho comunitario. Los objetivos de la Unión Europea (UE) en materia de igualdad entre hombres y mujeres consisten en garantizar la igualdad de oportunidades y de trato entre ambos sexos y en luchar contra toda discriminación basada en el sexo. En este ámbito, la UE ha aplicado un doble enfoque que engloba acciones específicas y la integración de la perspectiva de género. Esta cuestión presenta, asimismo, una marcada dimensión internacional en lo tocante a la lucha contra la pobreza, el acceso a la educación y los servicios de salud, la participación en la economía y el proceso de toma de decisiones, y la equiparación de la defensa de los derechos de la mujer con la defensa de los derechos humanos.

La remuneración del trabajo de las mujeres


La remuneración económica que la mujer recibía por su trabajo siempre ha sido notablemente inferior comparada con la que recibía un hombre, situación que aún hoy se mantiene, como denuncian Asociaciones de Mujeres, Sindicatos y Medios de Comunicación. Las razones de esta desigualdad no se explican, es decir, es un hecho constatable pero no tiene ninguna lógica y tampoco está penado por ninguna ley.

El gran obstáculo que encuentran las mujeres en el ámbito laboral es que les resulta muy difícil acceder a ocupaciones típicamente masculinas y, en caso de que lo consigan, les cuesta otro tanto escalar posiciones.

La discriminación positiva se plantea como un impulso para mejorar esta situación, pero presenta situaciones paradógicas que llevan a muchas mujeres a un lugar en el que no saben si merecen estar, o, directamente, no merecen.

No lo saben ni lo sabrán mientras sean llamadas a participar en actividades públicas, laborales o no, para calmar la sensación de culpa institucional sin que se tengan en cuenta sus propios méritos.

Existen sin duda infinitas soluciones a la discriminación de género en el trabajo, pero todas ellas pasan por el reconocimiento de que, como dice Monique Witting, "por ahora, (...) el destino de las mujeres es aportar tres cuartas partes del trabajo en la sociedad (tanto en la esfera de lo público como de lo privado) trabajo al que hay que añadir el trabajo corporal de la reproducción según la tasa preestablecida de la demografía".


Genero, mujer y trabajo

Genero, mujer y trabajo



Parte l



Genero:

El género es el criterio más utilizado universalmente para clasificar a las personas; en todas las sociedades, la división más primaria es la que se hace entre los roles que corresponden a las mujeres y los que corresponden a los hombres. Tal diferenciación comienza en la actividad procreadora (son las mujeres las que paren y amamantan a las criaturas) y se extiende al resto de las actividades siguiendo una lógica como ésta: las mujeres paren y, por tanto, ellas se especializan en cuidar a las criaturas; por tanto, lo femenino es lo maternal y lo doméstico, contrapuesto a lo masculino, que es lo público.

A partir de estas clasificaciones, los roles de las mujeres y de los hombres son tipificados simbólicamente como expresiones de la feminidad y la masculinidad, y normativizados hasta convertirse en rígidos estereotipos que limitan las potencialidades de las personas, al estimular o reprimir los comportamientos en función de su adecuación al ideal femenino o masculino.

La diferenciación por género de las actividades, responsabilidades y expectativas no ocurre al margen de otras divisiones que estructuran las relaciones entre mujeres y hombres. Una creciente separación entre el ámbito privado (familiar o doméstico) y el ámbito público ha dado lugar a una primera división genérica del trabajo, que asigna a las mujeres las actividades relacionadas con el cuidado de la familia y a los hombres la actuación en las esferas públicas. De aquí se deriva una especialización de las mujeres en los roles reproductores (como madres y responsables del bienestar familiar) y de los hombres en los roles productores (trabajadores remunerados, proveedores del sustento económico al hogar).

El enfoque de género considera las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las mujeres, las interrelaciones existentes entre ellos y los distintos papeles que socialmente se les asignan. Todas estas cuestiones influyen en el logro de las metas, las políticas y los planes de los organismos nacionales e internacionales y por lo tanto, repercuten en el proceso de desarrollo de la sociedad. Género se relaciona con todos los aspectos de la vida económica y social, cotidiana y privada de los individuos y determina características y funciones dependiendo del sexo o de la percepción que la sociedad tiene de él.

El sexo se refiere a las características biológicas que entre otras, son comunes a todas las sociedades y culturas. Género, en cambio, se relaciona con los rasgos que han ido moldeándose a lo largo de la historia de las relaciones sociales. Las divergencias biológicas son el origen de las que se producen en materia de género, pero los modos en que se determina el papel que desempeñan mujeres y hombres van más allá de las particularidades físicas y biológicas que distinguen a cada sexo. Las diferencias en materia de género se construyen socialmente y se inculcan sobre la base de la percepción que tienen las distintas sociedades acerca de la diversidad física, los presupuestos de gustos, preferencias y capacidades entre mujeres y hombres. Es decir, mientras las disimilitudes en materia de sexo son inmutables, las de género varían según las culturas y cambian a través del tiempo para responder a las transformaciones de la sociedad.







Trabajo:

El empleo, es hoy día un bien escaso, por los menos los altos índices de desempleo eso dicen. Ya mencionamos que su redistribución es particularmente desigual, pero el tema que provoca nuestro interés es intentar analizar cuáles son los parámetros por los cuales algunos tienen mayor posibilidad de acceder al mercado, en particular en condiciones de desarrollo de su profesionalidad y quienes o no tienen acceso a él o su acceso está condicionado a trabajos mal pagos, poco valorizados socialmente o bien que se desarrollan de manera precaria.

Retomando el tema del conflicto en el campo del trabajo, algunos autores prefieren analizar este conflicto como el que existe entre el denominado "grupo pleno" de trabajadores -compuesto por los varones, adultos jóvenes, nacionales y sanos- y el denominado "grupo vulnerado" -compuesto por las mujeres, los jóvenes, los adultos maduros, los inmigrantes, las personas con discapacidad.



Mujer:

La teoría feminista ha analizado de manera exhaustiva los procesos que dan lugar a la división genérica del trabajo, así como sus implicaciones en las relaciones de dominio/subordinación entre hombres y mujeres. A partir de dichas elaboraciones, las promotoras de la estrategia Género en el Desarrollo (ver mujeres) han introducido estos conceptos en el campo del desarrollo, afirmando que la subordinación de las mujeres está indisolublemente asociada a la división genérica del trabajo, que no sólo asigna a mujeres y hombres distintas actividades y funciones, sino que además valora asimétricamente la capacidad y comportamientos de ambos, y genera im portantes desigualdades en el acceso a los recursos y al poder.

Es posible que muchas personas no conozcan la situación laboral de la mujer a través del tiempo. Aunque no lo parezca, esa situación no ha cambiado tanto.

Muchas son las voces que critican una situación laboral supuestamente cómoda de la mujer en la actualidad. Dicho más crudamente, algunas personas alegan que las mujeres no necesitan trabajar, que tradicionalmente se han quedado en casa cuidando de sus hijos. Es cierto que el gran avance de la tecnología doméstica alivia no poco la carga de la organización y limpieza del hogar y ahorra mucho tiempo.